Sir Edmund Hillary
(Auckland, Nueva Zelanda, 1919) Alpinista y explorador neozelandés. Apicultor de oficio pero con gran experiencia como escalador y montañero, en 1953 fue elegido por el coronel C. John Hunt para completar su expedición al Everest. En mayo, el grupo alpinista, compuesto por médicos, científicos y técnicos, alcanzó una altitud de casi 6.500 metros, pero no pudo conquistar la cima pese a realizar diversos intentos.
Entonces Hillary, acompañado del sherpa Tensing, intentó alcanzar la cumbre el 29 de mayo, y pisaron por vez primera el techo del mundo, de 8.848 metros, a las 11.30 horas, deteniéndose en ella apenas un cuarto de hora. La noticia llegó a Londres al tiempo que se celebraba la coronación de la reina Isabel II, el 2 de junio; a su regreso a Inglaterra, el veterano Hillary, de treinta y cuatro años, fue nombrado Caballero por la reina.
Posteriormente participó en diversas expediciones de carácter científico, entre
ellas la que realizó la gesta de atravesar el continente Antártico hasta el polo Sur, lo cual hizo en compañía del doctor Fuchs, que encabezaba la expedición de la Commonwealth Trans-Antarctic
Expedition (1957- 1958); también consiguió ascender por primera vez al Herschel.
Fue nombrado presidente honorario del New York’s Explorers Club, y durante la década de 1970 regresó al Everest, pero en esta ocasión no para escalarlo, sino para ayudar a la población nepalesa a construir escuelas y hospitales, persuadiendo al gobierno de Nueva Zelanda para que enviara la ayuda necesaria, tanto económica como tecnológica. De esta forma consiguió la fundación del Parque Nacional del Everest, para la conservación de la región y su medio ambiente. Hillary desempeñó durante muchos años el cargo de Alto Comisionado de Nueva Zelanda en la India.
ACHILLE COMPAGNONI
El primer alpinista en la cumbre del K2 |
Corría el
año 1954. A las seis de la tarde del 31 de julio, después de dos meses de dramática escalada, Achille Compagnoni agarró la bandera italiana y la clavó en el K2 -en la cordillera del
Himalaya-, la segunda montaña más alta del mundo, con 8.611 metros de altitud, sólo superada por el Everest. «Cuando vi que encima de mí ya no había nada, me quité el hielo de la cara y
lloré de felicidad y de dolor», recordaría después.
Compagnoni, quien, junto a su compañero de expedición Lino Lacedelli, se convirtió en el primer alpinista en la historia en pisar la cumbre del K2, falleció el pasado miércoles en un hospital de Aosta, en el noroeste de Italia, a los 94 años de edad. Su hazaña conquistó un lugar en la historia del alpinismo, a pesar de los 50 años de polémicas, calumnias y acusaciones que acompañaron su gesta y que le perseguirían durante toda la vida. La expedición oficial italiana había arrancado justo un año después de que los británicos hubiesen conquistado el Everest. Compagnoni -nacido en 1914 en Santa Caterina Valfurva (Sondrio, una de las 11 provincias de Lombardía)- tenía entonces 40 años. Se le consideraba mayor para esta dura empresa, pero era un hombre muy atlético y de gran fortaleza. La subida al K2 se reveló un auténtico calvario a causa del mal tiempo. El episodio que marcó la escalada y que pasó a la historia del alpinismo ocurrió superada la octava base, situada a 7.700 metros. Había que bajar a por las bombonas de oxígeno y volver a subir con ellas. El más joven del grupo, Walter Bonatti, de sólo 24 años, se mostró dispuesto a llevar a cabo esta arriesgada misión. Así, el joven se puso de acuerdo con Compagnoni y Lacedelli para encontrarse en un punto a unos 7.900 metros, pero Compagnioni y Lacedelli siguieron subiendo sin esperarle. Cuando Bonatti, con el porteador paquistaní Madhi, llegó con las bombonas al sitio acordado, no les encontró y se vio condenado a pasar toda la noche a la intemperie, con 25 grados bajo cero y un viento de 70 kilómetros por hora, al límite de la supervivencia. «Pensé que Compagnoni no quería que Bonatti viniese arriba», escribirá mucho después Lacedelli en el libro K2, el precio de la conquista. Bonatti acusó a los dos de haberle abandonado a su suerte, mientras él fue acusado de quedarse con las bombonas de oxígeno para intentar alcanzar la cumbre por su cuentay sin contar con sus otros compañeros. Fue Compagnoni quien colocó la bandera tricolor y rodó unas imágenes con una pequeña cámara de la época. Al bajar el K2 sufrió la congelación de algunos dedos de las manos, que se le quedarían deformados para siempre. A su regreso a Italia, se vio envuelto en la polémica. Compagnoni siempre negó las acusaciones. No cambió su versión ni siquiera cuando Lacedelli confirmó en 2004 -50 años después de la expedición- que los hechos sucedieron tal como había contado Bonatti. Y tampoco lo hizo cuando una comisión del Club Alpino Italiano, en 2008, dio por cierta la versión del último. Compagnoni fue también campeón italiano de esquí nórdico y escaló el Mont-Blanc y el Cervino en diversas ocasiones por caminos distintos. Recibió la Medalla de Oro al valor civil en 1954 y fue nombrado Caballero de la Gran Cruz, Orden al mérito de la República Italiana, en 2003. Al conocer la noticia de su muerte, el jefe del Estado italiano, Giorgio Napolitano, envió un mensaje de condolencias a su familia en el que recordó al «intrépido protagonista de la escalada del K2 en la histórica expedición de 1954». Achille Compagnoni, alpinista, nació el 26 de septiembre de 1914 en Santa Caterina Valfurva (Italia) y murió el 13 de mayo de 2009 en Aosta (Italia). |
Lino Lacedelli
El 31 de julio de 1954, dos italianos, Achille Compagnoni y Lino Lacedelli, llegaban a la cima de la segunda montaña más alta del mundo: el K2, en la cordillera del Karakorum. Su ascenso culimnaba varios intentos de ascenso que incluía la exploración del duque de los Abruzos y la ya legendaria expedición norteamericana de 1953.
Lacedelli y Compagnoni en la cima del K2, el 31 de julio de 1954
Fotografías: www.montagna.org
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Los dos fueron tratados como héroes al regresar a su país y la versión oficial mencionaba que en el último tramo habían subido sin oxígeno. Diez años después de su ascenso, un reportaje de periódico acusaba a Walter Bonatti, miembro de la expedición de 1954 (entonces con 24 años de edad) de haber usado el oxígeno que estaba reservado para los que hicieron cumbre.
Para entonces Walter Bonatti ya no era el joven con gran entusiasmo y una brillante carrera por delante. Su nombre era ya famoso en el mundo del montañismo y muchas rutas y eventos llevaban su nombre. A pesar de ello, Bonatti había sentido ya el vacío del mundo del montañismo italiano alrededor suyo y no dudó un momento en irse a pleito legal. Lo ganó, pero le esperaba un largo periplo en los juzgados para hacer que su versión de la historia fuera reconocida.
Lino Lacedelli
Su historia decía en pocas palabras que Lacedelli y Compagnoni habían recibido el oxígeno tal como debieron esperarlo sin usar porque si bien tenían los tanques, no tenían las máscaras ni las válvulas reguladoras. Además de eso, tanto Bonatti como el hunza Madhi se vieron forzados a vivaquear a más de ochomil metros de altitud porque el campamento fue colocado mucho más arriba de lo convenido y en su afán de hacer llegar el oxígeno, se había hecho de noche y así no podían descender. A Mahdi le fueron amputados algunos dedos mientras que Bonatti salió ileso milagrosamente.
Bonatti escribió Montañas de una vida y ahí mencionaba el caso, que para entonces llevaba ya un rato en la corte. Finalmente, la corte le dio la razón: su historia debería ser aceptada. Pasados los años, el Club Alpino Italiano (CAI) volvió a dirigirse a Bonatti y tiempo después Lacedelli escribió un libro en donde decía que la historia de Bonatti era la real. Incluso le pidió que se acercara para pedirle disculpas. La respuesta de Walter Bonatti fue: “demasiado tarde”.
Lacedelli en la cima del K2, el 31 de julio de 1954
El 13 de mayo de este año, falleció Achille Compagnoni, a la edad de 94 años y se llevó a la tumba su versión de los hechos de esa noche en el K2. El día de hoy, Lacedelli también falleció a la edad de 84 años. Con la muerte de Lacedelli han desaparecido los protagonistas de la historia de la conquista del K2 que estaban involucrados en contra de Bonatti directamente.
Por su parte, Walter Bonatti sigue teniendo una salud envidiable y ha recibido varios premios por su brillante carrera como alpinista, carrera que él mismo finalizó en 1965 para alejarse de un mundo de hipocresía que ya no aguantaba. Entre ellos está el Piolet de Oro de este año, por su trayectoria y el premio de la Sociedad Geográfica Española el año pasado, por “imprimir al alpinismo moderno una filosofía que valora más la ética, la honestidad y la unión del hombre con el Medio que la consecución de las metas o coronación de las más altas cimas.”
El telegrama de Desio al CAI
La fotografía que echara abajo el argumento de que no usaron oxígeno: los tanques en la cumbre.
Hermann Buhl
Cuando aquel verano del 53 Hermann Buhl llegó a las faldas del Nanga Parbat, era tal la carga de tragedias que la montaña arrastraba, tantos los dramas que en ella se habían vivido que, seguramente, sólo su tenacidad y su valor le harían pensar en la cumbre. Sólo su determinación pesaría mas que el miedo. Buhl, formaba parte de la expedición germano-austríaca que dirigía el rígido Karl Herrligkoffeer y no hay que perder de vista que, para entonces, esta montaña, la novena en altura del Planeta, se había "tragado" a Mummery y a los dos hunzas que le acompañaban en 1895. Mucho después, en el 34, a 3 miembros de una expedición alemana mas 7 de sus porteadores y al poco, en 1937, a 16 personas entre escaladores y porteadores, a los que sepultó con un alud en el Campo IV.
Alcanzó la cumbre muy tarde, cargando a sus espaldas con 1225 metros de desnivel desde el Campo V y con diecisiete horas trepando, escalando y andando.
Tal como él lo cuenta, llegó como "poseído" sintiendo mas el cansancio que ninguna idea parecida al triunfo.
Simplemente, se dio cuenta de que había llegado porque no había nada más alto. Según sus palabras "por ninguna parte se puede seguir subiendo..."
Nada más comenzar el descenso le alcanzó la noche; la pasó de pie, casi a la altura de la cumbre y sin apenas ropa, agua ni comida. Solamente pensar en lo que debió pasar de pie sobre una repisa inclinada, pone la piel de gallina y da una medida exacta de su valor. Me lo imagino agotado, luchando contra el sueño y solo, completamente solo, allá arriba y me dan escalofríos.
No pudo volver al Campo V (6900 metros) hasta las siete de la tarde del dia siguiente. Cuarenta horas entre ida y vuelta. El descenso debió ser terrible.
Todo esto él lo cuenta mucho mejor que yo en su libro "Del Tirol al Nanga Parbat". Explica magníficamente todo, en especial cómo en las peores horas del descenso notaba que "alguien", que él sabía bien que no estaba, le hacía compañía; algo así como un fantasma bonachón que le ayudaba, le animaba y hasta le aseguraba en algunos pasos.
Realmente fue una gran hazaña. Casi en los comienzos del "ochomilismo", en una época no se si mejor o peor, pero en la que el mundo era más ancho y el Himalaya estaba más lejos que ahora y era mucho menos conocido y accesible.
En los mismos días en que ellos luchaban con el Nanga Parbat, Hillary y Tenzing coronaron el Everest. Sólo tres años antes los franceses, Herzog y Lachenal, habían subido al Annapurna y hasta el 54 no pondrían sus pies en el Cho Oyu Jöchler, Tichy y Pasang Dawa lama. Casi todo estaba aún por descubrir....
Hermann Buhl murió sólo cuatro años mas tarde, tenía 33, acababa de hacer la primera al Broad Peak y cuando intentaba, junto a Diemberger, el Chogolisa se fue al vacío con una cornisa y nunca se le volvió a ver.
Como escribió Kurt Diemberger " en algún punto del glaciar, al pie de la norte, duerme su último sueño"
Juan Oiarzabal
(Vitoria-Gasteiz, 1956) Montañero español que en 2003 batió el récord mundial de ascensiones a las grandes cumbres, después de coronar en veinte ocasiones cimas de más de 8.000 m de altitud. Está considerado como uno de los mejores alpinistas del mundo, junto con Reinhold Messner, el primer montañero que logró alcanzar los 14 "ochomiles" del planeta.
Juan Eusebio Oiarzabal Urteaga, familiarmente conocido como "Juanito", demostró dotes de buen deportista casi desde la cuna y, antes de dedicarse al montañismo, practicó gimnasia deportiva. La espeleología era una de sus principales aficiones, pero, gracias a la influencia de su padre y de algunos amigos, se interesó también por el alpinismo. Sus excepcionales facultades físicas y la elasticidad adquirida durante sus años de gimnasta le permitieron sobresalir rápidamente en esa práctica deportiva.
Con tan sólo 24 años creó su propia empresa y empezó a dedicarse casi en exclusiva al montañismo. En 1985, cuando había cumplido los 29 años, inició la aventura más apasionante de su vida: conquistar la cumbre de las montañas más altas de la Tierra, es decir, los catorce "ochomiles". Culminó el reto en la primavera de 1999 tras coronar el Annapurna (Nepal, 8.091 m).
Cumplido el sueño de pisar la cima de los catorce "ochomiles", Oiarzabal repitió alguna de las ascensiones: en el monte Everest (2001, sin oxígeno), en el Gasherbrum I y II (2003) y en el Cho Oyu (2002 y dos veces más en 2003), hasta sumar un total de veinte y batir el récord que ostentaba el alpinista italiano Reinhold Messner.
Esta gesta convirtió a Oiarzabal en uno de los montañeros más relevantes de toda la historia y en el mayor coleccionista de cumbres de todos los tiempos. Tras él se sitúan el sherpa Ang Rita, ya retirado, con un total de 19 ascensiones, y Reinhold Messner y Ed Viesturs con 18. Es miembro de honor de la Sociedad Geográfica Española, y posee una Medalla al Mérito Deportivo y la insignia de oro de la Federación Vasca de Montaña.
Félix y Alberto Iñurrategi
Se iniciaron hacia el año 1984 en las montañas vascas (Atxarte, Etxauri, San Bartolo), abriendo algunas vías en Araotz. Desde 1987, año en que visitan el Verdon y hacen el Mont-Blanc por la normal, realizaron su actividad en montaña conjuntamente. En 1988 escalan el Pilar Bonatti del Dru y la Travesía de los cuatromiles. En 1989 escalan El Capitán, en Yosemite. A partir de ahí centran sus proyectos en el Himalaya y comienzan un entrenamiento vigilado que les permite horarios muy rápidos.
Tras subir al Pumori por la normal en 1990, hacen el Makalu por la Variante Kukuczka con Felipe Uriarte, sufriendo congelaciones. Al año siguiente, Alberto es el más joven en ese momento en subir el Everest sin oxígeno. En 1993 se retiran a 8.100 metros en la arista norte del K2, montaña en la que logran el año siguiente la primera absoluta hasta cima por la Cesen con Kike de Pablo, Juan Oiarzabal y Juan Tomás, actividad por la que son mencionados dentro del Piolet de Oro. El Cho Oyu lo suben en estilo alpino y en el mismo año logran la primera nacional al Lhotse, ambos por la normal. En 1996, en el Kangchenjunga repiten la Británica de la cara norte con Oiarzabal. Meses después, en el Shisha Pangma, Alberto se ve envuelto en las mismas avalanchas que atrapan a Oiarzabal y Juan Vallejo y bajo las que fallece Zuloaga, pese a lo que hacen cumbre en estilo alpino por la Británica con Josu Bereziartua.
En la temporada siguiente (1997) suben el Broad Peak en 5 horas por la normal, tras retirarse en la apertura de una nueva ruta en la arista sur a 7.200 m, así como el Mount Cook (Nueva Zelanda) con el programa de Televisión Española (T.V.E.) Al Filo de lo imposible. Entran en el nuevo año con un intento invernal al Manaslu acompañados por Bereciartua (hasta 7.400 m). Pisan luego la cima del Dhaulagiri por la normal y han de retirarse del Gyala Bari (7.200 m, Tíbet) por la Japonesa a 5.400 m. En el Nanga Parbat hacen cumbre con José Carlos Tamayo por la Kinshofer, tras haber escalado con él y Jon Lazkano la Eslovena a la Torre sin Nombre (28-6-1999). Posteriormente, en el 2000, hicieron cumbre en el Manaslu (8.163 m) el 25 de abril, pero sobrevino la tragedia cuando, el 28 de julio, Félix fallece despeñado en las laderas heladas del Gasherbrum II, de 8.035 metros. En la carrera por los catorce que hay en la tierra, Félix Iñurrategi, de 33 años, muere cuando desciende junto a su hermano Alberto de su duodécimo ochomil. El fallo en el anclaje de una cuerda hizo que se precipitara al vacío hasta el lugar que ya para siempre será su tumba. Su cuerpo descansa en el Himalaya.
Alberto Iñurrategi un año más tarde, en abril de 2001, junto con Jon Lazkano y Jon Beloki, escaló en las rocas areniscas del "Jewel Rum", el punto más alto de Jordania, de 1.754 metros del altura, situado en el desierto Wadi Rum. La vía elegida fue la del "Pilar de la esperanza", una pared de unos 400 metros, en la que la mayor dificultad era el estado de la roca, ya que los montañeros vascos no están acostumbrados a escalar en este tipo de arenisca suelta. Las espectaculares imágenes de esta escalada fueron captadas por las cámaras de Euskal Telebista (E.T.B.).
En agosto de este mismo año, tras reponerse del duro golpe que supuso la muerte de su hermano y compañero inseparable en la montaña, Alberto Iñurrategi, junto con Jon Beloki coronó el Gasherbrum I o Hidden Peak (8.068 metros) , montaña que se encuentra en el Karakorum (Pakistán), también dentro de la expedición de E.T.B. Jon Lazkano era el tercer miembro de la expedición. Alberto Iñurrategi ya lo había intentado el año anterior en compañía de su hermano. Para Alberto era su decimotercer ochomil. Realizó el ataque final con el piolet de su Félix, que había encontrado en el glaciar. Para Beloki, escalador de grandes paredes pero con sólo una cumbre en el Himalaya en su haber (Dunagiri, de 7.066 metros), el Hidden Peak era su primer ochomil. Los dos alpinistas guipuzcoanos permanecieron en la cima el tiempo imprescindible para rodar las imágenes de la serie de documentales "Oinak izarretan" de E.T.B.
Al montañero de Aretxabaleta sólo le faltaba coronar el Annapurna (8.091 m) para redondear un reto que, curiosamente, se haría realidad en la misma montaña donde lo culminó Juanito Oiarzabal, es decir, cerrar la colección de las 14 montañas más altas de la Tierra. En efecto, el Annapurna es el ochomil con menos ascensos y, según las estadísticas, muy peligroso. Alberto ya intentó ascender junto a su hermano Félix, después de coronar el Manaslu, pero tuvieron que abandonar el ataque a causa de las malas condiciones atmosféricas.
Una vez sin Félix, Alberto coronó el Gasherbrum I o Hidden Peak (junto a Jon Beloki convertido en su compañero habitual), y también el Annapurna acompañado por Lafaille.
A sus 33 años, Alberto Iñurrategi se convirtió en el alpinista más joven de la historia en hollar los 14 ochomiles, carrera que le ha llevado 11 años de su vida (a Juanito Oiarzabal le costó 14).
En las ascensiones la dificultad la pusieron ellos mismos movidos por su máxima de permanecer el menor tiempo posible en altura y salir de allí bien parados, dejando un buen desnivel para el día de cumbre. Pero casi siempre, subir por la vía más fácil supuso horarios rápidos en estilo alpino o casi alpino, que también han practicado lejos de los gigantes del Himalaya.
En 1999 los hermanos Iñurrategui, junto a José Carlos Tamayo, en el transcurso de su ascensión al Nanga Parbat (8.125 metros), décimo ochomil de los hermanos, realizaron un rescate, salvando la vida a un alpinista colombiano. Por tal comportamiento humanitario recibieron un premio de la Diputación Foral de Gipuzkoa.
Nacio en (Hernani, 1949) es un alpinista español, conocido principalmente por ser el primer español que logró ascender a la cima del Everest.
Zabaleta es natural de la localidad de Hernani, en la provincia de Guipúzcoa, País Vasco (España) donde nació en 1949. Criado en los montes de Hernani, sin embargo vive actualmente en Estados Unidos, donde compagina el trabajo de carpintero con el de guía de alta montaña, principalmente en los Andes y las Montañas Rocosas.
La ascensión que realizó en 1980 al Everest le convirtió en un mito del alpinismo vasco, que se ha acrecentado por su alejamiento del País Vasco y su escasa presencia en los medios de comunicación.
También cuenta con ascensiones a otros dos Ochomiles, el Kanchenjunga (1988) y al Cho Oyu (1989).
Ascensión al Everest de 1980 [editar]
En 1980 Zabaleta entró a formar parte de una expedición vasca, la "Euskal Expedizioa" con intención de hollar la cumbre del Everest. Está expedición estaba integrada por dos docenas de montañeros vascos, al frente de ellos Ángel Vallejo y un equipo de sherpas dirigidos por el sirdar Pemba Thesaring. Una expedición similar, en la que no tormó parte Zabaleta, había intentado la ascensión sin éxito en 1974.
El 14 de mayo de 1980, en el tercer intento de la expedición por alcanzar la cumbre, Zabaleta se convirtió en el primer español en coronar la cima del Everest al hollar la cima en compañía del sherpa Pasang Temba. Zabaleta y Temba fueron los únicos miembros de la expedición vasca al Everest en lograr hacer la cumbre. La ascensión se realizó con soporte de oxígeno y por la Vía del Collado Sur. Zabaleta recogió de la cumbre un rosario del Papa que había dejado allí una expedición polaca anterior y que regaló a su madre.
El descenso de ambos montañeros fue muy problemático. Quedaron sin oxígeno y se vieron obligados a realizar un vivac en una grieta tras echárseles la noche encima en mitad de una ventisca. Tuvieron varias caídas además que pudieron costarles la vida. Sin embargo, felizmente lograron completar el descenso sin sufrir daños.
Cuando Zabaleta pisó la cumbre junto al sherpa Pasang Temba, plantó junto a la bandera nepalí, una ikurriñaETA. Los medios de comunicación en España, desconocedores de este hecho, se hicieron eco de la noticia con comentarios del orden de que el techo del mundo ya tiene color español. Pocos días después cuando se publicaron en España las fotos en la cumbre donde se veían los símbolos citados, se avivó una importante polémica. (bandera vasca), en la que también figuraban un símbolo antinuclear y el hacha y la serpiente del anagrama de
Edurne Pasaban Lizarribar
Edurne Pasaban Lizarribar, nació el 1 de agosto de 1973 en Tolosa, Guipúzcoa. Edurne es una de las pocas alpinistas especializadas en las expediciones a los ochomiles himalayos. Actualmente es una de las pocas mujeres comprometidas en la carrera para conquistar todos los 14 ochomiles del planeta, aún no conseguidos en su totalidad por ninguna mujer.
Edurne es ingeniera técnico industrial y MBA por la Business School de ESADE en Barcelona. Trabajó durante cuatro años en la empresa familiar dedicada a la construcción de maquinaria. Hoy, su actividad profesional incluye la dirección de un restaurante / casa de turismo rural de su propiedad en la población vasca de Zizurkil. Además, continúa colaborando con la Business School ESADE y ejerce de consultora y conferenciante para empresas en el ámbito de la motivación, planificación y trabajo en equipo, utilizando sus conocimientos y experiencia adquiridos en las expediciones en situaciones límite.
JORGE
EGOCHEAGA
Médico y montañero
La montaña en estado puro
Un día Jorge estaba dando una conferencia en Oviedo sobre sus recientes experiencias en el
Baltoro. Alguien le preguntó por qué se sentía más feliz subiendo las más altas montañas del mundo que aquí, en su propia tierra.
No llegué a escuchar la respuesta porque mi mente elaboró su propia respuesta, y pensé que el hombre antes de ser tierra fue aire y agua, y luego se hizo tierra, forjado por el fuego
interno.
Pero el sueño del hombre es volver a ser como el viento, porque quien es soñador necesita desprenderse de la tierra, y también necesita ser indomable, como el agua, y así volver a su origen y
recuperar lo perdido, y no porque la tierra nos lo robara, sino porque se perdió la unidad con ella, y en su ignorancia el hombre construyó cárceles para el alma y prisiones para sus
sueños.
Jorge es un soñador que no quiere renunciar a serlo, por eso necesita poner alas a sus sueños y volar, mezclarse con la más pura y primitiva expresión de la naturaleza, convivir con los
elementos y compartir con las montañas sus más recónditos sentimientos.
Pero hablar de Jorge es hablar de tres personas en una, que no se confunden, ni se entorpecen, sino que se compenetran a la perfección. Estas son el médico, el montañero y el ser humano. Aunque
por orden cronológico podríamos decir que primero fue el ser humano, luego el montañero y por último el médico. ¿O ya existía el montañero cuando nació el ser humano? ¿O el médico enriqueció al
ser humano y potenció al montañero? En fin, da igual. Lo importante es que los tres crecen de la mano y configuran a Jorge. ∆
El montañero
Yo creo que en la montaña evolucionas
como en la vida. Tienes una época adolescente donde te dedicas a hacer burradas y a demostrar a los demás todo lo que puedes llegar a hacer. Luego piensas que estás vivo de milagro, y la verdad
es que es así.
Esta etapa da paso progresivamente a otra donde la capacidad física disminuye, pero curiosamente haces las cosas más rápido.
Ahora no estoy físicamente como cuando tenía veinte años, pero la experiencia me ha cambiado la cabeza y eso ha influido también en mi capacidad de sufrir y en que me he endurecido. Cada vez
estoy mejor en la montaña, cada vez estoy más feliz en la montaña. No me canso de ella y la echo de menos cuando no estoy allí".
Así nos hablaba Jorge de la montaña y de sí mismo, y nos abría una puerta que conduce a algo muy importante para todo aquel que aspire a entrar en el
espacio de la montaña, el sufrimiento.
"El sufrimiento está implícito en la montaña. Yo no creo que nadie suba un ocho mil sin sufrir, pero lo importante es la capacidad de aceptación de este sufrimiento, ahí es donde hay que
progresar.
Pero también hay que desdramatizar. Se tiende mucho a la dramatización porque eso vende. Hoy en día los ochomiles son un mercado, un negocio, donde hay que vender dramas.
Sin embargo en la vida cotidiana también existe tanto o más sufrimiento, sólo que eso interesa menos".
"Hay montañas que se enfadan contigo, montañas a las que les caes bien y otras que no, montañas con las que puedes hablar y otras que les hablas y ves que no les gusta" |
Pero en la montaña hay algo más, algo vivo, una presencia. Hay quien dice que
cada montaña posee una "diosa" guardiana...
"Sí, desde luego. Yo creo que hay montañas que se enfadan contigo, montañas a las que les caes bien y otras que no, montañas con las que puedes hablar y otras que les hablas y ves que no les
gusta. Te abren o te cierran sus puertas.
La montaña forma parte de mí y yo de ella. Es una correlación clara".
Nos habló del negocio de los ochomiles, algo que cada día tiene más críticas, pero ¿es tanto como dicen...?
"El Himalaya es un negocio que mueve millones de euros o de dólares, y hay mucha gente interesada en que ese negocio siga o se incremente. Entonces no interesa que un desconocido llegue,
haga rápido la montaña y se vaya, porque le quitas dramatismo a la historia y eso puede influir en los clientes.
El principal problema del alpinismo hoy en día es que se está vendiendo aire, o sea, que existe mucha mentira.
La comercialización de la montaña lleva a una pérdida completa y absoluta de los valores.
La montaña no es un deporte como cualquier otro, la montaña es otra cosa y eso, hoy en día, no se está entendiendo.
Se pasa por encima de quien sea, se sube como sea, se cuenta o se inventa lo que sea, y eso no es así".
Jorge vivió su particular drama en la montaña. Fue en el Gasherbrum I, donde
conoció de cerca la tragedia al morir dos compañeros de expedición y eclipsó el mérito de haber hecho cumbre.
"De la cumbre ni me acuerdo prácticamente, porque ése fue un viaje maravilloso y a la vez horrible, y a pesar de que intento pensar muchas veces en la parte maravillosa, hoy en día todavía
tiene más peso lo horrible.
Es una experiencia que me marcó, que marcó mi vida y algo con lo que tengo que aprender a vivir".
-¿Hay un antes y un después del Everest?
-Para mí el
Everest es el sueño cumplido de un niño. Todo lo demás da igual. Pasé lo mío con todos los comentarios que hubo, pero lo que me queda es el cumplimiento de un sueño, y muchas veces es difícil
cumplir los sueños. ∆
El historial
montañero de Jorge es bastante dilatado, así como su carrera deportiva.
Las montañas de Asturias y luego las de España pronto le conocieron. Su identificación con ellas le llevó a realizar un tipo de montañismo sin estridencias, en silencio, donde sólo los más
cercanos sabían por donde andaba. Y a veces ni eso.
Luego, sus horizontes se fueron ampliando y puso sus ojos en cumbres más elevadas, pero sobre todo más atractivas para él.
Así, montañas como el Khan Tengri, el Pobeda Sur, el Mustag-Ata, el Pumori, en Nepal, fueron ampliando su historial y también su experiencia, y a la vez fortaleciendo sus lazos con la montaña y
las experiencias físicas y espirituales que éstas aportan.
Un día surgió en su camino el Everest. Un sueño infantil y luego una realidad. El primer ocho mil le había abierto sus puertas.
Luego vino el Gasherbrum I, la Torre sin Nombre, donde el mal tiempo le impidió hacer cumbre, el Cho-Oyu, el Nanga Parbat y, el más reciente, el Shisha Pangma.
Por el medio surge un proyecto que consiste en subir las 7 Cumbres del Planeta, lo que internacionalmente se conoce como "Seven Summit".
Jorge ya había realizado cuatro, el Elbrus, el Kilimanjaro, el Everest y el Aconcagua.
Metido en faena asciende en primer lugar la quinta, el Monte Vinson, en la Antártida, en las Navidades de 2004.
Y en la primavera de 2005 asciende al McKinley, o Denali, según los indígenas.
Ahora le resta la séptima y última, conocida como la Pirámide de Carstensz, en Oceanía, conquista que si las condiciones bélicas de aquel lugar lo permiten realizará en el 2006.
∆
El Médico
Jorge, el montañero, coge su mochila y se va a la montaña. Pero no puede evitar que Jorge, el médico, se apunte a la aventura y se acomode en un rincón de la mochila, o de la mente, o del corazón. En realidad siempre está ahí...
-En una expedición ¿qué parte hay de médico y qué parte de
montañero?
-Siempre intento que de médico lo menos posible, pero es un engañarme a mí mismo. Al final la gente se entera de que eres médico y acabas siendo el médico del campo
base.
Prácticamente no hay expedición en la que no tenga que atender algún caso, unos más complicados que otros, algunos incluso bastante peligrosos para mí, pero no es algo que me suponga nada de
carga. Es mi responsabilidad y si en algo puedo ayudar, si puedo contribuir a que alguien no se quede allí, pues mejor.
-El hecho de ser médico ¿es una ventaja para ti a la hora de
escalar?
-No, en absoluto. Cualquier persona con un poco de conocimiento y autoobservación puede funcionar igual. Yo creo que hay gente que si fuera médico no subiría a ningún
sitio, porque ante cualquier mínimo síntoma empezaría a analizarse. Pero yo para eso soy un poco el antihipocondríaco, no me analizo mucho.
"Al final la gente se entera de que eres médico y acabas siendo el médico del campo base"
Hablamos de lo que experimenta ante el contacto con las gentes de esos remotos
lugares, sus necesidades básicas, sus carencias...
"A mí el contacto con esas personas me ayuda para dar más valor a lo que tengo aquí. Generalmente damos mucha importancia a las cosas que no la tienen. Nos cabreamos porque nos adelanta un
coche, porque está salada la comida, porque el agua sale fría.
Aquí nos caducan las medicinas en los cajones, se nos estropea la comida y mientras nosotros estamos sobrados hay personas que no comen todos los días. Además el problema no sería tan complejo
de solucionar.
Lo ideal sería establecer unos intermediarios válidos entre los que estamos aquí y queremos ayudar y los que estén allí, porque hay muchos intermediarios que no son válidos, incluso gran
cantidad de ONG.
Yo fui testigo de situaciones en las que el dinero que parte de un sitio llega diezmado o se queda por el camino, bien en gobiernos corruptos, en policías corruptos o en ONG corruptas".
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El ser humano
Y envolviéndolo todo, como un círculo de fuego, está el ser humano. De él se nutre el médico y de él coge fuerza el montañero. Es la base de su existencia, lo que da sentido a su vida.
-Buscas la soledad, amas el silencio, vives la sencillez y huyes de la
fama... ¿Qué es para ti la vida?
-La vida es acumular experiencias, aprender de ellas e ir creciendo como persona, aprendiendo de tus errores, saber reconocerlos, levantarse y
continuar, porque la vida te está dando continuamente.
Yo creo que cuanta más experiencia tengas te es más fácil levantarte, a pesar de que la caída sea mas brusca.
-Cuando uno sube tan alto en la montaña y convive con la naturaleza
extrema ¿se vuelve más humano?
-Te podría contestar que sí, pero he visto gente que no, entonces es una pregunta difícil. Creo que depende de lo que busques allí, en la montaña.
Por ejemplo, yo estaba en el Cho-Oyu, en el campo 2. Me llamaron porque había un chico en el campo 3 con un edema cerebral. Subí y lo bajé. Cuando estaba abajo me sentí muy mal, porque me
acordé del año anterior en que las personas que más quería no las pude bajar, y me sentí culpable. Sentí mucha rabia, y subí rápido la montaña. Cuando llegué arriba sentí calma, había dejado
abajo la frustración y la rabia. Eso es lo que busco yo. Dejar abajo los problemas, las envidias. Arriba se está bien, a gusto.