La gran inundación que asoló el monasterio en 1522 obligó a reedificar gran parte del mismo, especialmente el claustro y las dependencias que le rodeaban. Del claustro medieval, que más o menos tendría un tamaño semejante al actual, quedan pocos restos: huellas de arcos y ménsulas de las bóvedas que cubrían sus crujías, en la panda adyacente a la iglesia; señales del banco lígneo que, situado a lo largo del muro del templo, servía para la lectura de Dios; dos arcosolios funerarios y una lápida frente a la puerta de acceso a la iglesia; los cimientos del pabellón del lavabo, de planta circular, que se situaba en la crujía sur frente a la entrada del refectorio; dos vanos en el extremo meridional de la galería oriental; varios fragmentos de arcos y nervios; y el armarium o pequeña biblioteca, construida como estancia independiente en la zona occidental de la primitiva sacristía. | | ||
El nuevo claustro, de los años centrales del siglo XVI, está atribuido a Juan de Cerecedo el Viejo (+ 1568), quien trabajó además para otros cenobios de la Congregación de Castilla: los gallegos Meira, Montederramo, San Clodio y Oya, el zamorano de San Martín de Castañeda, y el de monjas cistercienses de las Huelgas de Avilés. Cuenta con dos pisos, el inferior con arcos de medio punto sobre columnas elevadas encima de un podio corrido, el superior de arcos carpaneles y antepechos macizos. La tercer planta, de estructura adintelada, es ya de hacia 1776-1777. |
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Del siglo XVI también han llegado a nuestros días dos importantes estancias. En primer lugar, la sacristía, de planta cuadrada y cubierta con bóveda de crucería estrellada, que comunicaba con el claustro a través de un pequeño recinto en el que se instalaba una fuente –hoy desaparecida- y con la iglesia mediante una puerta reformada en el XVII. En su interior se conserva un calvario de los siglos XIII-XIV, decorándose los lunetos de la bóveda con pinturas de Francisco Reiter (segunda mitad del XVIII) que representan escenas de la vida de San Bernardo junto al el escudo del monasterio, mientras que en los plementos de la bóveda se dispusieron, entre otros motivos, símbolos de las letanías marianas. | |||
La otra gran dependencia, la sala capitular, también de planta cuadrada, se cubría con una bóveda estrellada de la que solo permanecen los arranques por haberse demolido y compartimentado el espacio en dos pisos ya en el XVIII; en su interior se conserva la lápida de Ordoño Díaz, deán de la catedral de Oviedo que se hizo monje del monasterio y aquí falleció en 1260.
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Del resto de estancias, con excepción de la capilla-hornacina de la Virgen que se construyó hacia 1677 en el ángulo sudeste del claustro y en la actualidad parcialmente desmontada y reubicada en el sudoeste, nada queda de su configuración original. Informacion recopilada de http://www.valdedios.org/ | |