Marruecos
ITRODUCCIÓN
Marruecos (nombre oficial, Al-Mamlakah al-Maghribiya, Reino de Marruecos), monarquía hereditaria, limita al norte con el mar Mediterráneo, al este y sureste con Argelia, al sur con el Sahara Occidental y al oeste con el océano Atlántico. La frontera sur oriental, en el Sahara, no está definida con precisión. En la costa septentrional, España posee las ciudades de Ceuta y Melilla, así como otros pequeños enclaves, como la isla de Alborán, las islas Chafarinas y los peñones de Alhucemas y Vélez de Gomera. Desde 1912 hasta 1956 Marruecos estuvo dividido en dos protectorados, el francés y el español. El país tiene una superficie de 453.730 km². Desde 1979, Marruecos también ocupó el Sahara Occidental (antiguo Sahara Español).
Clima
A lo largo de la costa mediterránea, Marruecos goza de un clima subtropical, suavizado por las influencias oceánicas que proporcionan a las ciudades costeras temperaturas moderadas; en Essaouira (Mogador), por ejemplo, la temperatura alcanza un promedio en enero de 16,4 ºC y de 22,5 ºC en agosto. Hacia el interior, los inviernos son más fríos y los veranos más calurosos; así, en Fez el promedio es de 10 ºC en enero y de 26,9 ºC en agosto. En las zonas elevadas no son raras las temperaturas inferiores a -17,8 ºC y la nieve cubre los picos de las montañas durante la mayor parte del año. Las precipitaciones en forma de lluvia se producen principalmente durante los meses de invierno, siendo abundantes en el noroeste y ligeras en el este y sur. La precipitación anual es de 955 mm en Tánger, de 430 mm en Casablanca, de 280 mm en Essaouira y de 102 mm en el Sahara.
Religión
El Islam es la religión oficial de Marruecos. Casi toda la población es suní. El monarca es la máxima autoridad musulmana en el país. Alrededor del 1% de la población es cristiana y menos del 0,1% es judía.
Moneda y banca
La unidad monetaria de Marruecos es el dirham marroquí dividida en 100 francos (9,53 dirhams equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997). El organismo emisor es el Banco al-Maghrib (1959).
Marruecos 2006
Jornada 1ª: 28 de julio de 2006
Con la intención de hacer una travesía por Marruecos que nos llevara hasta el Sahara, los siete miembros del equipo: Oscar, Gelu, Javi Arnau, Javi Muñiz, Miguel, Fernando y Joaquín; nos hicimos con 3 coches todo terreno, un Terrano nuevo alquilado, el único que pudimos conseguir de ese modo, y otros dos Nissan Patrol comprados muy baratos pero, eso sí, en estado de autentica ruina. Sin embargo, gracias a la voluntad férrea de Oscar, Gelu y Javi Arnau, pudieron ser reparados y puestos a punto para intentar nuestro objetivo. Salimos a las 16 horas del día 28 de julio de 2006, de Vega (La Camocha), concretamente de la casa Miguel, siguiendo la Ruta de la Plata en dirección a Algeciras, donde deberíamos embarcarnos para llegar a Ceuta.
Pronto comenzaron los sustos pues, nada más salir de Vega, el coche que debería viajar en último lugar, no observó el camino tomado por los otros dos vehículos y acabó colocándose en cabeza. Así que, a 5 km de la salida, ya nos habíamos perdido unos de otros, si bien, gracias a las emisoras de radio que llevábamos a bordo, rápidamente pudimos controlar nuestras posiciones. A menos de 100 km las cosas vuelven a complicarse pues, subiendo por la autopista del Huerna, uno de los Patrol comienza a petardear y echar humo oscuro por el tubo de escape. Paramos, revisamos el coche y, asumiendo la opinión de los expertos que decían que no había ningún problema con el Patrol, continuamos nuestro camino hacia el sur. A las 22 horas, llevábamos unos 400 km y los coches respondían perfectamente, por lo tanto, aprovechando que “El Tormes pasa cerca de Guijuelo”, paramos en esa localidad para descansar un ratito y cenar unos embutidos de la tierra. Partimos de la localidad salmantina y cuando llevábamos más de una hora de viaje, hacemos una parada para cambiar de conductores y nos damos cuenta de que un miembro del equipo había olvidado su cartera, con el pasaporte dentro, en el restaurante de Guijuelo donde habíamos parado a cenar. Rápidamente llamamos por teléfono al restaurante, pedimos que nos lleven la bolsa a un bar de copas que cierra tarde y, con el mejor de nuestros coches, el Terrano lógicamente, deshacemos más de 100 km para recuperar la cartera. Entretanto, los dos Patrol continuaron tranquilamente su camino hacia Algeciras. A las 5 de la mañana, cerca de Cáceres, se reunieron los tres coches con la cartera ya recuperada. Tras una noche de vigilia, con continuos cambios de conductor, que pudimos soportar gracias a los magníficos cuidados que Miguel nos dispensaba, obligándonos casi a tomar bebidas que nos mantuviesen despiertos, conseguimos que a las 10 horas de la mañana de día 29, los tres coches se encontrasen sobre el Ferry que habría de conducirlos a Ceuta.
Jornada 2ª: 29 de julio de 2006
La segunda jornada se inicia con el paso de la frontera hispano-marroquí. Este trámite parece fácil, pero en Marruecos nada es sencillo si no buscas un guía que te dirija, así que aceptamos la oferta de unos muchachos que se comprometen a tramitar los documentos necesarios para entrar en Marruecos. Con ayuda y todo, la tarea no fue sencilla, pues nos las vimos y deseamos para convencer a los funcionarios de la aduana de que los coches tenían su seguro en regla. Por fin traspasamos la frontera, no sin antes mostrar nuestro pasaporte y la carta verde de los vehículos unas cinco veces más.
Ya en Marruecos nos dirigimos hacia Tetuán, cerca de cuya localidad hacemos una parada para comer, tras lo cual nos dirigimos hacia el Este, en dirección a Ketama. Atravesamos una zona dominada por escarpadas montañas, en su mayoría calcáreas, atravesadas por fértiles y profundos valles (oueds). Las cumbres que se levantan a nuestros lados superan los 2000 m, por lo que dada la proximidad al mar de las mismas, le confieren al paisaje un aspecto agreste. Así, atravesando estos parajes, y muy fatigados por la jornada anterior, llegamos a Chechouen, una localidad con un marcado ambiente musulmán. Cuando aún no habíamos bajado del coche, unos muchachos se convierten en nuestros guías y nos encuentran restaurante para cenar y alojamiento para dormir; naturalmente, la propina que se llevan es sustanciosa. Chechouen es una pequeña villa situada en mitad de una ladera de una montaña que alcanza los 2050 m de altura, con fuertes pendientes y constituida por calizas mesozoicas.
Jornada 3ª: 30 de julio de 2006
Nuestros guías de Chechouen nos desaconsejan ir hacia Fes por Ketama, como a la sazón habíamos planeado, a causa del mal estado de la ruta y, haciéndoles caso, tomamos la carretera del sur, pero, en vez de dirigirnos a Ouezzane, tomamos la pista situada al Este que nos llevó al corazón del Rif. En el trayecto hasta Zoumi, atravesamos una zona montañosa y agreste en la que dominan rocas pizarrosas y algunas gruesas capas de caliza, que se utilizan para hacer escolleras en las carreteras. Abundaban los olivos, pinares y eucaliptos (diferentes a los que habitualmente se ven en España). A nuestro paso, multitud de niños se acercaban pidiéndonos bolígrafos “stylo”. Una vez en Zoumi, creíamos haber tomado ya la carretera general P26, sin embargo, los kilómetros de pista se hacían interminables. A la vista del mal estado de la carretera, varios miembros del grupo aseguraban que estábamos perdidos, sin embargo, nuestros mapas y GPS nos situaban pertinazmente sobre la carretera P26. Pensamos que, posiblemente, al construir la presa sobre el Oued Ouerrha, la antigua carretera quedó bajo las aguas y la actual todavía está sin asfaltar. En la presa antes mencionada se encuentran unas instalaciones militares, por lo que está prohibido tomar fotografías en toda la zona. Nosotros tuvimos suerte, pues un soldado que se encontraba haciendo guardia junto a la carretera, fue quien nos sacó algunas fotografías del grupo, claro está, con el paisaje de fondo.
Los últimos kilómetros hasta Fez, ya los hicimos sobre la carretera asfaltada. En este último tramo la vegetación era exuberante y, aparte de los árboles antes indicados, pudimos observar algarrobos, una variedad de enebro, entre otros. A pocos kilómetros de la ciudad se pueden ver sus murallas y torres. Los magníficos monumentos evocan la marca histórica de la ciudad que es centro religioso y cultural de Marruecos, donde musulmanes y cristianos de toda Europa realizaron y realizan sus estudios, no en vano es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. Lamentablemente, y pese a que nos habían hablado de su magnífica medina, llegamos a Fez muy tarde y no pudimos visitar la ciudad, por lo que nos fuimos directamente a un camping situado en las afueras, en la ruta de Sefrou. Allí, Fernando, que hacía las funciones de cocinero, nos preparó unos maravillosos callos con garbanzos. Para no llevarnos mal sabor de boca, pensamos que el hecho de no haber podido visitar Fez es una buena excusa para volver a Marruecos.
Jornada 4ª: 31 de julio de 2006
Salimos temprano del camping de Fez en dirección a Sefrou, donde paramos para enviar, vía Internet, algunas fotografías del viaje a nuestros amigos. Unos kilómetros al sur el relieve se torna cada vez más importante, encontrándose la zona dominada por calizas parduscas del Liásico suavemente plegadas: estamos en el denominado Atlas medio o Atlas plegado. La carretera atraviesa las calizas formando pequeños desfiladeros, en un paisaje donde la vegetación ya comienza a ser escasa. Paramos saliendo ya del Atlas medio, en el cruce de la carretera que lleva a Missour, pues varios miembros del grupo creen encontrarse ya en pleno desierto. Yo les explico que aún nos queda por atravesar la parte más importante de la cordillera del Atlas, que las precipitaciones anuales de la zona en la que nos encontramos están muy por encima de los 100 mm/año requeridos para considerar desierto a una región y que, en definitiva, aunque la vegetación ya escasea, todavía se observan numerosos arbustos. No muy conformes con la explicación continuamos al sur, hasta llegar a Zeida donde nos aprovisionamos de pan y agua.
Entre Zeida y Midelt, se encuentra la llanura aluvial del Oued Moulouya, un largo río que parte desde el Alto Atlas hacia el NE, para desembocar en el Mediterráneo, al Este de Melilla. La zona se encuentra ocupada por arcillas rojas y areniscas terciarias, subhorizontales, posiblemente sinorogénicas con la formación de la cordillera atlásica. Nada más pasar la población de Midelt, penetramos en el Alto Atlas, donde nuevamente vuelven a dominar las calizas pardas, suavemente plegadas y se observan fallas normales, responsables de la extensión mesozoica, que sufrieron inversión tectónica durante el Cenozoico, dando lugar a la formación de la Cordillera del Atlas. A varios kilómetros de entrar en el Alto Atlas, la carretera discurre a lo largo del Oued Ziz, que nace en esta cordillera y se dirige hacia el Sur. En esta región montañosa, el río todavía lleva abundante agua, de manera que en sus orillas crecen palmeras y otros arbustos, que contrastan con las laderas desprovistas de vegetación. Ya saliendo del Alto Atlas, la carretera bordea por el Oeste el embalse de Hassan Addakil, hasta salir a una zona en la que se observa perfectamente el frente meridional del Atlas, caracterizado por la presencia de un anticlinal desarrollado en las calizas liásicas, que cabalgan sobre una zona llana, ocupada por rocas cretácicas y cenozoicas.
A los pocos kilómetros, alcanzamos la localidad de Er-Rachidia, con una construcción de marcado estilo sahariano, pero que se nos antoja mucho más rica que las visitadas anteriormente. Creemos que la influencia del turismo pueden tener que ver en el mejor porte de la ciudad. Seguimos camino hacia Erfoud, siguiendo el curso del Oued Ziz que todavía lleva agua. Es verdaderamente espectacular, observar como la llanura aluvial de este río es un auténtico oasis, con abundantes plantaciones de palmeras datileras, en el primer nivel, árboles frutales en el segundo y otros cultivos, que no pudimos determinar, en el tercer nivel. Contrastando con los oasis, las laderas de los tassilis (pequeñas mesetas) se presentan casi totalmente desprovistas de vegetación. Llegamos a Erfoud de noche y con los coches averiados (a uno le fallaba el alternador de corriente y el otro tenía los amortiguadores traseros inservibles), así que decidimos alojarnos en un hotel.
Jornada 5ª: 1 de agosto de 2006
Estuvimos toda la mañana, para arreglar los coches. Al tratarse de modelos antiguos, no encontrábamos las piezas necesarias, pero los mecánicos marroquíes son unos verdaderos artistas, y haciendo pequeños ajustes, lograron componer el alternador de un coche y acoplar unos amortiguadores, de diferente tamaño al otro.
Con los vehículos reparados, nos dirigimos a Merzouga, donde existen formaciones de arena. La carretera discurre a lo largo del cauce del Oued Ziz, pero el agua de este río ya es prácticamente inexistente. La razón de este hecho consiste en que los ríos de la vertiente meridional del Atlas, se pierden en el desierto y no alcanzan el mar, quedándose las aguas fluviales alojadas en los acuíferos de rocas mesozoicas y paleozoicas que constituyen el sustrato del Sahara. El camino discurre ya por un reg o desierto pedregoso, caracterizado por una planicie de cantos con caras facetadas por el viento (ventifactos) y cubiertos por una película negra llamada laca del desierto (se trata de una cubierta de manganeso que se forma sobre los ventifactos, por actividad microbiana).
A nuestro paso por Rissani observamos multitud de ruinas, algunas de las cuales corresponde la Sidjilmassa, que junto con Ghadamés (Túnez), constituyen las capitales caravaneras del Sahara septentrional, a las que llegaban principalmente oro, sal y esclavos desde el Sahel. Cuando se está llegando a Merzouga, ya se puede observar al fondo el erg (mar de arena) que se encuentra al SE de esa localidad. Los árboles que de cuando en cuando se pueden encontrar son los tamarix, árboles endémicos, adaptados a condiciones de extrema sequedad. Los dromedarios aprovechan para comer algunos grupos de gramíneas que se pueden encontrar entre los cantos y las arenas. Nada más llegar a Merzouga, un joven berebere llamado Alí nos convence para llevarnos a pasar la noche en una kasbah construida junto al erg. Una vez en la kasbah nos duchamos y nos vamos a dar un paseo en dromedario por las dunas, con la intención de ver el atardecer. Nos adentramos en el erg donde se puede observar como las dunas remontan los suaves relieves del Antiatlas. A veces se observa un afloramiento de rocas sobresalir entre las dunas o un tamarix, medio cubierto por la arena. Al final de nuestro viaje en dromedario, subimos a pie a lo alto de una duna desde la que se divisa una buena parte del desierto: a lo lejos, al final del erg, se extiende un amplio regtras el cual se divisa una sebkha (laguna salada); en el horizonte, al Sur y al Este, se adivinan las escarpadas laderas de las grandes hamadas (grandes mesetas) de Argelia . Este paisaje junto a la luz mortecina del atardecer convierte el lugar en algo sublime.
Tras la excursión a las dunas,
en la kasbah, tuvimos una cena autóctona, a continuación de la cual pudimos escuchar canciones bereberes que Alí y sus compañeros nos dedicaron. La noche la pasamos al aire libre, bajo las estrellas del desierto.
Nada más levantarnos, Alí aprovechó para llevarnos a Merzouga, a la tienda de su padre, para enseñarnos lo que allí había. Lógicamente, lo que hizo fue vendernos alfombras, trajes bereberes y toda clase de adornos femeninos a un precio que se nos antojó desorbitado; pero en fin, ya sabíamos que es inútil competir con los marroquíes en este terreno. Partimos desde Merzourga hacia el Oeste, pasamos nuevamente por Rissani y, de allí, hacia Alnif. La zona corresponde al Antiatlas, una región con escasa vegetación dominada por montaña media, es decir, lo que en lengua berebere se denomina adrar o, en árabe, djabel. Las rocas aflorantes corresponden a gruesas capas de calizas con corales, areniscas, pizarras paleozoicas y algunas intercalaciones de rocas volcánicas; todo el conjunto se presenta deformado por suaves pliegues de escala kilométrica. Son abundantes los tamarix y, en las zonas húmedas, se observan numerosos palmerales. Llegando a la localidad de Alnif se pueden reconocer los efectos de la riada de mayo de esta mismo año: se observan casas arruinadas, múltiples palmeras rotas y amplias zonas recubiertas por barro seco con grietas de desecación.
Desde Alnif, tomamos la carretera sin asfaltar que se dirige hacia el NO, a Tinerhir. El paisaje sigue siendo un djabel y la geología no varía demasiado de la observada en la primera mitad de la jornada. Nuestra sorpresa se produce cuando atravesamos algunas aldeas que jalonan la ruta. Si bien es cierto que siempre que los niños divisaban nuestros coches se acercaban corriendo pidiendo camisetas y bolígrafos, entre Alnif y Tinerhir venían corriendo, descalzos, y llegaban a los vehículos totalmente crispados pidiendo ropa, comida, o cualquier otro producto de primera necesidad. Atónitos por la tremenda miseria de estas gentes, con el corazón encogido, les entregamos todo lo que teníamos a mano. Es de destacar un caso en el que un niño y una mujer, heridos en las piernas, se acercaron a uno de los coches; Oscar les curo con Betadine y les entregó unas vendas, tras lo cual tuvo que salir corriendo pues se acercaba al vehículo una auténtica multitud de personas a las que habría sido imposible atender. A nuestra llegada a Tinerhir, hicimos una parada, y en nuestros rostros se reflejaba la profunda impresión que nos había producido la experiencia vivida.
Llegamos de noche a El-Kelaa Mgouna, donde habíamos reservado la kasbah de Itrán para alojarnos dos noches. No éramos capaces de encontrar la kasbah, hasta que alguien nos indico que se encontraba fuera de la población, hacia el Norte, en el valle de las Rosas. La entrada en la kasbah de Itrán fue impresionante: toda la iluminación consistía en velas colocadas por todas partes; por ejemplo, en las escaleras había una vela en cada peldaño. Las habitaciones eran sobrias, pero limpias y, anexa a ellas, había una terraza en la que se había instalado una haima, bajo la cual uno podía tumbarse cómodamente a beber té y tomar el fresco. En fin, parecía que nos habían trasladado a un cuento de las mil y una noches.
Jornada 7ª: 3 de agosto de 2006
Si la llegada al la kasbah por la noche fue inolvidable, por la mañana y con luz, el panorama fue todavía más espectacular si cabe. La kasbah de Itrán se ubica en un alto situado en el centro de un meandro del Oued Gouna, cuyo curso de agua es visible a unos 50 metros por debajo de la kasbah. A ambos lados del oued se extiende una llanura aluvial totalmente cultivada. Las laderas del Oued Gouna son escarpadas y desprovistas de vegetación.
Salimos de la kasbah de Itrán por la mañana temprano, para visitar las gargantas del Dadés y de Todra. Al llegar a Boumaine, tomamos la ruta que conduce al Norte. Al principio la carretera atraviesa una zona de montaña baja, ocupada por rocas sedimentarias cenozoicas, consistentes en conglomerados, areniscas y lutitas rojas. Se reconoce una unidad inferior con elevados buzamientos hacia el Sur, cubierta discordantemente por otra unidad, de similar litología, pero suavemente inclinada hacia el Norte. Estos materiales cenozoicos corresponde a la sedimentación sinorogénica ligada al antepaís meridional de la cordillera del Atlas. Una vez atravesados estos terrenos entramos en las calizas liásicas, de color gris, de grano fino y con evidentes superficies de estilolitización. Las capas de las calizas liásicas se encuentran plegadas por un sinclinal: en la margen izquierda de la garganta del Dadés, las capas están subhorizontales, mientras que en la derecha se encuentran inclinadas hacia el río (SE). La garganta es impresionante, el río se encaja en las calizas dando lugar a unas laderas calcáreas muy inclinadas, mientras en el fondo del valle se extiende una llanura aluvial estrecha, pero intensamente verde gracias a los cultivos. Hacia el Norte, terminan las calizas y el paisaje pasa a ser dominado por lutitas y margas. A nuestra llegada a Msemir, decidimos cruzar por una pista hacia el Este, para alcanzar la garganta de Todra.
Al principio, la pista hacia la garganta del Todra discurre por un estrecho valle y poco a poco asciende hasta llegar a una cota de unos 2700 m: se trata de un reto para nuestros vehículos. Al llegar al punto más alto del recorrido, Fernando, el encargado del avituallamiento, aprovechando que la temperatura era moderada, nos preparó una fantástica fabada que comimos sin ningún problema. Continuamos nuestro camino y, de nuevo, se nos parte el corazón al encontrarnos con niños descalzos que se acercaban a nosotros pidiendo comida y ropa. Les entregamos todo lo que encontramos; si bien, al final del viaje, lamentamos volver a casa con comida sobrante que no habíamos encontrado cuando circulábamos por esta pista. Estas gentes viven de algunas cabras que pastan por las montañas del Alto Atlas, pernoctan en haimas o directamente debajo de los voladizos de roca. Prueba de su necesidad es que cuando les entregamos dinero, no se alegran de la misma manera que cuando recibían comida o ropa. Cuando arribamos a Tamtattoucht ya caía la tarde y, al llegar a las gargantas del Todra, ya era noche cerrada.
Jornada 8ª: 4 de agosto de 2006
Salimos temprano de la kasbah de Itrán en dirección a Marrakech, no sin antes hacer una parada en El-Kelaa Mgouna para reparar la baca de uno de los vehículos que se nos había roto tras la dura jornada del día anterior. Por supuesto, ni que decir tiene que la reparación fue rápida, efectiva y económica. En Ouarzazate, hicimos la segunda parada para comprar algunos regalos. Tras la experiencia con Alí en Merzouga, pensábamos que ya éramos expertos en estos negocios, sin embargo, creo que estos comerciantes siguen haciendo de nosotros lo que quieren y compramos las cosas muy por encima de su precio.
Desde Ouarzazate, la carretera asciende hacia el Alto Atlas y pasa entre las cimas más importantes de la cordillera. Al Oeste de la carretera se eleva el techo del Atlas, el Djabel Toubkal de 4165 m, mientras que al Este, se encuentra el Irhil M’Goun de 4071 m. Como el día anterior, primero se atraviesan unos terrenos cenozoicos de lutitas rojas, areniscas y conglomerados, tras lo cual se comienza a subir un importante puerto. A medida que la carretera asciende, a diferencia de días anteriores, se atraviesan capas esencialmente pizarrosas del Triásico, Paleozoico y Precámbrico, con mayor deformación que la observada en las regiones más orientales. Parece claro que, en este sector, donde la cordillera del Atlas alcanza sus máximas alturas, las estructuras geológicas exhuman rocas más profundas y más antiguas. Durante la subida al puerto, uno de los Nissan Patrol se calienta en exceso y nos obliga a parar. Al levantar el capó se nos cae el alma a los pies, pues el agua del radiador hierve junto con una pasta negra. Unos creen que la pasta negra es aceite, otros piensan que no, lo cierto es que en cuanto enfría el motor seguimos camino y, como la carretera ya descende, el vehículo marcha de maravilla. Ya por la noche, llegamos Marrakech y nos dirigimos en un camping situado en la salida Norte de la ciudad que se encuentra en pésimas condiciones.
Jornada 9ª: 5 de agosto de 2006
Este día fue empleado en visitar la ciudad de Marrakech y hacer compras. Naturalmente ya no nos engañaban tan fácilmente como al principio, pero pensamos que, el hecho deque los comerciantes quedasen conformes con el precio acordado, era razón suficiente para pensar que fuimos presa fácil para ellos.
Marrakech Junto con Fez, Meknés y Rabat es otra de las ciudades imperiales. Se cree que la ciudad fue fundada por los Almohades, en siglo XI, donde instalaron la capital, si bien los Almorávides ya habían situado aquí un campamento. Marrakech es una gran ciudad, de más de un millón de habitantes que, debido a su marcado carácter, llama poderosamente la atención a cualquier visitante europeo que se acerque a ella. Primero, como no, acompañados de un guía que enseguida nos echó el ojo, visitamos el casco antiguo, donde pudimos observar el estilo de sus casas, mezquitas y palacios, así como los puestos de venta de alimentos, muy diferentes a los que nosotros estamos acostumbrados. Tras este paseo nos acercamos a la Plaza de Jemaa el Fna y el zoco adyacente a ella. Las calles son estrechas, angostas, llenas de puestos en los que se vende de todo; asimismo, las calles se encuentran cubiertas por un entramado de cañas que impiden el paso de los rayos del Sol. Si no fuese por la presencia de múltiples motocicletas y bicicletas que circulan a gran velocidad por las estrechas callejuelas, uno creería encontrarse inmerso en plena Edad Media. Durante todos los días que estuvimos viajando por el Atlas y el Sahara, no logramos encontrar ningún representante de la fauna salvaje marroquí, salvo algún escarabajo de aspecto extraño para nosotros; sin embargo, en Marrakech uno puede encontrar saurios como el uromastix, con su cola de anillos espinosos, o una variedad de varanus endémica del Sahara; naturalmente, todos estos animales se encuentran metidos en jaulas. En la Plaza de de Jemaa el Fna, grupos de encantadores de serpientes arman un tremendo escándalo con sus tambores y flautas haciendo bailar a las cobras. Comimos frente a la Mezquita de la Koutoubia y su Alminar, considerada gemela de la Giralda de Sevilla, en un restaurante de ambiente europeo.
Jornada 10ª: 6 de agosto de 2006
Salimos de Marrakech con la intención de intentar llegar a Ceuta ese mismo día, no sin antes visitar Casablanca y Rabat. Llegamos a Casablanca bastante temprano y paramos para dar un paseo por su medina. A diferencia de Marrakech, esta ciudad está mucho más europeizada y no nos impresionó tanto. Con los vehículos dimos una vuelta a la ciudad en la que pudimos observar la Impresionante Mezquita de Hassan II, las playas y, como no, el Rick’s Bar. Partimos en dirección a Rabat, capital del país desde 1912, que ya tiene un aspecto completamente europeo. Llegamos casi de noche y, cuando salíamos de la capital, el Nissan Patrol que ya había dado signos de flaqueza antes de llegar a Marrakech, vuelve a calentar y nos obliga a parar. Esta vez las dudas ya no son tan grandes: parece claro que el aceite del motor pasa al circuito del agua y, por lo tanto, existe un problema con la culata. Infringiendo todas las leyes imaginables, en medio de la autopista, atamos el coche al otro Patrol y nos dirigimos a la estación de servicio mas próxima. Desde allí llamamos a un mecánico que nos condujo a Kenitra, donde nos buscó alojamiento y nos guardó los coches en su taller; ¡la amabilidad y hospitalidad de los marroquíes es inmensa!.
Jornada 11ª: 7 de agosto de 2006
El mecánico pensó que cambiando la junta de la culata, el coche podría estar listo para viajar. Sin embargo, en Kenitra no había existencias de la pieza, por lo que tuvimos que ir a Rabat a comprarla. El cambio de la pieza y el lavado del radiador, nos llevó hasta bien avanzada la tarde. Así que, a eso de las 19 horas partimos desde Kenitra hacia Ceuta. Llegamos a la ciudad ceutí de madrugada y nos dispusimos a dormir en los vehículos, con la intención de cruzar el estrecho a primera hora de la mañana.
Jornada 12ª: 8 de agosto de 2006
Cruzamos el estrecho y, en Jerez de la Frontera nos pegamos un desayuno olímpico. Por cierto, ¡las jerezanas son preciosas!. Nada más salir de Jerez, el coche vuelve a calentar y a mezclar aceite con agua. Obviamente, no solo estaba mal la junta de la culata, sino que había algo más. Decidimos continuar viaje, sin forzar el coche para evitar calentones y parando de vez en cuando para eliminar el aceite del circuito del agua. La cosa fue bastante bien, pero es de justicia destacar aquí la capacidad de sufrimiento de los “javis”: Javi Aranu y Javi Muñiz, tripulantes del Patrol averiado, que hicieron el viaje por España con la calefacción encendida, para facilitar la refrigeración del motor, mientras en el exterior imperaba una temperatura de 38º. Hicimos noche en Guijuelo, donde volvimos a disfrutar de los embutidos ibéricos de la zona.
Jornada 13ª: 9 de agosto de 2006
El día nueve, partimos temprano para aprovechar las frescas temperaturas de la mañana. Llegamos a Vega a la hora de comer, donde fuimos recibidos por nuestras familias. Después nos dirigimos a Villaviciosa donde nos esperaban las cámaras de la televisión de la Comarca de la Sidra y el mismísimo alcalde de la villa.
Kiku
La experiencia fue extraordinaria os animo a realizarla quedareis gratamente sorprendidos .